Singapur es uno de los países más verticales del mundo. Su pequeño territorio y gran población han llevado a que los edificios altos sean la norma, tanto en oficinas como en viviendas. Para que esta vida en altura funcione, el país cuenta con más de 70.000 ascensores y miles de escaleras mecánicas que se revisan y mantienen constantemente.
El gran motor de esta industria ha sido la vivienda pública. La mayoría de la población vive en edificios llamados HDB, y desde hace años el gobierno ha impulsado programas para instalar ascensores en todos los bloques, reemplazar los más antiguos y modernizar los que aún están en uso. Gracias a estas iniciativas, incluso edificios construidos hace décadas ofrecen hoy accesibilidad y seguridad a sus residentes, algo vital en una sociedad que envejece rápidamente.
La seguridad es uno de los pilares de Singapur. Todos los ascensores deben revisarse al menos una vez al mes y someterse a una inspección anual. Además, cada ascensor debe tener a la vista un permiso de operación vigente, para que los usuarios puedan comprobar que todo está en regla. Este sistema de control estricto ha logrado reducir al mínimo los accidentes y mantener altos niveles de confianza entre los usuarios.
Pero no se trata solo de vigilancia, sino también de innovación. En los últimos años, empresas como KONE, OTIS y Schindler han introducido sistemas que permiten monitorear los ascensores a distancia. Gracias a sensores y conexión en línea, los técnicos pueden saber si una pieza está fallando incluso antes de que ocurra una avería. Esto permite hacer mantenimiento preventivo, reducir interrupciones y dar un servicio más seguro y eficiente.
Otro aspecto importante ha sido el trabajo de los técnicos. Para asegurar que haya suficientes profesionales bien preparados, Singapur introdujo un modelo que garantiza sueldos mínimos más altos y más formación. Así, la carrera de técnico en ascensores se vuelve más atractiva y el país asegura que siempre habrá personal capacitado para mantener esta enorme red de transporte vertical.
En cuanto al futuro, Singapur está dando un paso más: pronto se exigirá que no solo los ingenieros individuales, sino también las empresas que instalan y mantienen ascensores, estén certificadas oficialmente. Esto busca que las compañías garanticen altos estándares de calidad, buenas prácticas y un relevo generacional sólido.
Así, el transporte vertical en Singapur no es solo un tema técnico: es una parte esencial de la vida diaria de millones de personas. Con políticas públicas claras, regulación estricta, innovación tecnológica y personal bien capacitado, el país ha convertido sus ascensores y escaleras mecánicas en un ejemplo mundial de cómo combinar seguridad, eficiencia y modernidad en una ciudad que vive hacia arriba.