Contenidos
- 1 El apagón eléctrico y la edificación en altura: reflexiones urgentes para una ciudad vertical
- 2 Una ciudad vertical, una vulnerabilidad latente
- 3 Administradores: líderes invisibles en tiempos de crisis
- 4 ¿Están los edificios preparados para enfrentar apagones?
- 5 Protocolos de emergencia: una tarea pendiente
- 6 Una mirada hacia el futuro: sostenibilidad y autonomía energética
- 7 Reflexión final
El apagón eléctrico y la edificación en altura: reflexiones urgentes para una ciudad vertical
El reciente apagón eléctrico que afectó a diversas zonas del Gran Santiago y otras regiones de Chile dejó al descubierto, una vez más, la fragilidad de nuestras infraestructuras frente a eventos imprevistos. Pero más allá de las responsabilidades técnicas y las explicaciones entregadas por las compañías distribuidoras, el corte de suministro plantea interrogantes relevantes sobre cómo enfrentan estos episodios las comunidades que habitan en edificios en altura. En este contexto, el rol de los administradores de edificios adquiere una centralidad que muchas veces pasa desapercibida.
Una ciudad vertical, una vulnerabilidad latente
Santiago y otras ciudades chilenas han crecido hacia arriba. La expansión de la edificación en altura, especialmente en sectores de alta densidad como Ñuñoa, Estación Central, San Miguel o Maipú, ha transformado el paisaje urbano y la forma de habitarlo. Vivir en altura puede tener ventajas —mayor acceso a servicios, ubicación estratégica, eficiencia energética— pero también genera nuevas vulnerabilidades cuando ocurren emergencias como un apagón masivo.
Ascensores detenidos, portones eléctricos sin funcionamiento, bombas de agua sin respaldo, sistemas de iluminación de emergencia limitados y, en algunos casos, sistemas de seguridad inoperantes, fueron parte del escenario que vivieron miles de residentes atrapados por horas en sus departamentos o forzados a subir decenas de pisos por la escalera. En los edificios más altos, el problema se amplifica. Y no se trata solo de incomodidad: también se compromete la seguridad, la accesibilidad y el bienestar de personas mayores, enfermos, niños o personas con movilidad reducida.
Administradores: líderes invisibles en tiempos de crisis
En medio de esta situación, los administradores de edificios jugaron —y deben seguir jugando— un rol clave. A menudo subvalorados o invisibilizados, su labor en momentos de crisis se convierte en un factor decisivo para el bienestar de la comunidad. Desde activar protocolos de emergencia hasta coordinar con empresas de mantenimiento, mantener la calma entre los residentes o implementar medidas de contingencia, su capacidad de liderazgo y reacción es esencial.
Muchos administradores relatan que durante el apagón reciente tuvieron que acudir de forma urgente a los edificios, revisar el funcionamiento de generadores eléctricos —si es que existían—, verificar la operación de puertas de emergencia, gestionar accesos manuales a los estacionamientos, asistir a residentes en problemas o simplemente brindar información clara y tranquilizadora. Aquellos con experiencia en gestión de emergencias demostraron lo importante que es contar con una planificación previa.
¿Están los edificios preparados para enfrentar apagones?
Uno de los principales aprendizajes que deja este evento es la necesidad de evaluar la resiliencia eléctrica de las edificaciones. No todos los edificios cuentan con generadores eléctricos de respaldo. Y entre quienes sí los tienen, no todos están operativos o tienen suficiente autonomía para resistir apagones prolongados. A ello se suma que en muchos casos los grupos electrógenos solo abastecen las áreas comunes mínimas —iluminación de pasillos, portones de acceso, algunos ascensores— dejando fuera otros servicios esenciales como la bomba de agua o la ventilación de escaleras presurizadas.
Asimismo, no todos los residentes conocen los protocolos de emergencia o saben cómo actuar en estos casos. Algunos edificios carecen de señalética clara, luces de emergencia o incluso una comunicación eficiente entre el comité de administración y los vecinos.
Protocolos de emergencia: una tarea pendiente
Frente a este panorama, se hace imprescindible que las comunidades desarrollen y socialicen protocolos de emergencia específicos para cortes de energía, que contemplen:
- Mecanismos de aviso a los residentes.
- Responsables definidos por piso o torre.
- Sistemas de respaldo eléctrico para áreas críticas.
- Manual de funcionamiento de portones y puertas de acceso en modo manual.
- Atención prioritaria a residentes vulnerables.
- Simulacros o charlas periódicas sobre seguridad en altura.
El administrador, junto al comité de administración, debe liderar esta tarea, apoyado en empresas externas si es necesario. El tiempo de improvisar ya pasó. La experiencia del apagón reciente lo demuestra: los edificios son microciudades, y como tal, requieren gobernanza, planificación y sentido de comunidad.
Una mirada hacia el futuro: sostenibilidad y autonomía energética
Finalmente, este tipo de eventos debería abrir también la conversación sobre cómo incorporar fuentes de energía alternativas en la edificación. Si bien la instalación de paneles solares en edificios es aún incipiente en Chile, su potencial para generar electricidad de respaldo, al menos para áreas comunes, es considerable. Lo mismo ocurre con tecnologías de baterías y sistemas de gestión energética más eficientes.
Además, se vuelve urgente revisar y actualizar la normativa vigente en materia de edificación vertical, incorporando exigencias mínimas de autonomía energética o resiliencia frente a emergencias. La Ley de Copropiedad Inmobiliaria recientemente modificada podría ser un vehículo para avanzar en este sentido.
Reflexión final
El apagón que afectó a gran parte de Chile no solo fue un corte de luz. Fue también un corte de realidad que nos invita a repensar la manera en que gestionamos la vida en comunidad dentro de nuestros edificios. La verticalización de las ciudades ha traído nuevos desafíos, y con ellos, nuevas responsabilidades. Administradores, comités y residentes están llamados a asumir un rol más activo, más informado y más preventivo.
Porque en una ciudad que crece hacia el cielo, no podemos permitirnos quedarnos a oscuras.
Con toda claridad, el reciente apagón no solo dejó en evidencia la vulnerabilidad energética de nuestros edificios en altura, sino que también reavivó una inquietud latente: ¿están preparados estos mismos edificios para enfrentar un sismo mayor? En ese sentido, las advertencias del geógrafo Marcelo Lagos cobran una especial relevancia. En diversas entrevistas y espacios educativos, Lagos ha reiterado que Santiago —asentado sobre un enjambre sísmico activo y con una urbanización acelerada en vertical— debe asumir su fragilidad estructural y social con responsabilidad. Sus recomendaciones prácticas, como identificar rutas de evacuación, mantener un kit de emergencia y conocer los puntos de seguridad dentro de la vivienda, deben ser internalizadas no solo por las personas, sino también por las comunidades residenciales en su conjunto. En tiempos de crisis, la preparación salva vidas, y el apagón fue un ensayo que no podemos desaprovechar.
Ver esta publicación en Instagram