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Generalmente entendemos por Colonia a la extensión imperial, social, política, religiosa y cultural, de unos países sobre otros; en nuestro caso, fue España el país dominante que instauró la Colonia en Chile; extendiéndose este período desde el año 1598 hasta 1810, año en que se inicia el proceso de Independencia para expulsar en forma definitiva a los españoles de nuestro territorio.
En el período colonial existió el Puente Cal y Canto, considerado una de las mayores obras de ingeniería de la Colonia; la presencia de elevadores artesanales no fue ajena en la construcción del puente, obra iniciada en 1767 bajo la administración del Corregidor Luis Manuel de Zañartu. Este nuevo puente vino a reemplazar uno más antiguo y de madera que sucumbía cada año con las crecidas del río Mapocho, el objetivo del nuevo puente era comunicar de forma permanente a la población del centro de Santiago con el barrio de La Chimba, actualmente Comuna de Independencia.
El Puente Cal y Canto, fue construido en base a piedras, ladrillos y una mezcla de cal y huevos como elemento aglutinante, las dimensiones de la estructura fueron 202 m de largo y más de 12 m de altura sobre el río, todo ello emplazado en cimientos de 4,2 m de profundidad. El puente tenía además nueve arcos, los que enmarcaban una calzada de 8,4 m de ancho. El Corregidor Zañartu en su rol de jefe de obra, dirigió la edificación y utilizó como “trabajadores de la construcción” a los presos de Santiago; también ordeno establecer una cantera en el Cerro Blanco con el fin de abastecerse de material. El puente fue inaugurado en el año 1782, manteniéndose en buen estado hasta 1888.
En el año 1985 cuando se construía la línea 2 del Metro, se encontraron restos subterráneos del centenario Puente Cal y Canto, el que ya ocupaba un lugar en el imaginario capitalino formando parte de la memoria histórica de la ciudad de Santiago. Al año siguiente, 1986, los restos del puente fueron declarados Patrimonio Histórico debido a su valor patrimonial, arquitectónico e histórico para la ciudad, algunos restos del puente se exhiben en la Estación Cal y Canto del Metro de Santiago, pudiendo ser observados diariamente por quienes allí transitan, como asimismo pueden observar el diorama histórico de Zerreitug (Rodolfo Gutiérrez Schwerter), creado como testimonio de la construcción del puente.
Zerreitug es un artista autodidacta que fabrica dioramas históricos, tiene una dilatada trayectoria y por ella, ha sido postulado al Premio Nacional de Artes Plásticas 2019. El diorama del Puente Cal y Canto es el primero que realizó para la red de metro y fue inaugurado en el año 1986, en opinión de su creador, “este diorama es una verdadera clase de arquitectura”, pues escenifica distintas etapas de la construcción del puente.
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En la imagen vemos un elevador artesanal construido principalmente de madera que tiene una base con soporte paralelo unido a un eje con un par de ruedas en sus extremos; esta base en el extremo superior del soporte paralelo, sirve de apoyo para dos brazos extendidos que en su parte trasera están apoyados en otra base de madera sin ruedas y asentada en el piso, en este sector se aprecia instalado un tambor de arrollamiento de la cuerda que sube y baja trasladando materiales mediante poleas: una ubicada en el extremo de los brazos y la otra prácticamente en la mitad; la fuerza motriz está representada por dos “trabajadores de la construcción” que mediante un par de barras controlan el giro del tambor; un tercer operario vigila el desplazamiento de la “cabina” que para estos efectos pudo haber sido una cesta o un canasto donde se depositaba la carga; el cuarto operario distribuye sobre el puente los materiales necesarios para la construcción; el “supervisor” (guardia) de la faena está observando atentamente las labores, en resumen se necesitan cinco operarios – el quinto está ubicado en el lecho del rÍo cargando de piedras y ladrillos el canasto -, para que el elevador artesanal funcione como montacargas.
En la evolución de los elevadores la presencia del ser humano para su funcionamiento es incuestionable (aquí no estamos hablando de los técnicos que los instalan o mantienen, o aquellos que intervienen en su diseño); en el tiempo colonial que estamos describiendo, se necesitaban de al menos cinco personas para hacer funcionar este montacargas, pues bien, tanto funiculares como teleféricos necesitan de un maquinista para su desplazamiento. No olvidemos que por muchas décadas los ascensores necesitaron tanto de hombres como mujeres “ascensoristas” para su funcionamiento, oficio que aún perdura en muchas partes del mundo, lo cual será materia de otro artículo.
Fuentes Referenciales:
Wikipedia, enciclopedia libre.
Consejo de Monumentos Nacionales de Chile.
(1) Imagen del Puente de Cal y Canto y, atrás a la derecha, la torre del Mercado Central, levantado en donde estuvo el Mercado de Abasto y, antes de éste, el basural colonial de Santiago. Colección Oliver, imagen tomada hacia 1880. Fuente referencial, Urbatorium.blogspot.com.
(2) https://www.flickr.com/photos/masaenzcorrea/