Argentina fue por mucho tiempo una potencia económica del Cono-Sur, pero ya no lo es. Con una economía resentida, y fruto del déficit de recientes administraciones, ha dejado el otrora puesto de liderazgo del pasado, pero viejos testimonios quedan.
Sólo su capital Buenos Aires cubre en número la población nacional de otros países, dejado su huella en la intensa actividad constructiva que por décadas ha caracterizado a la nación albiceleste. Este crecimiento ha tocado incluso al transporte vertical del país, que como suele suceder en América Latina, se ha concentrado en su capital.
Recientes indicadores señalan que existen más de 300.000 ascensores, de los cuales cerca del 90% se sitúa en Buenos Aires, dejando sólo 10.000 unidades en Córdova, 9.000 en Rosario, 6.500 en Mar del Plata y cerca de 4.000 en Mendoza.
En general el parque de ascensores presenta un promedio de 35 años de instalación, atendidos por unas 1.500 empresas que concentran unos 20.000 empleados entre fabricantes, instaladores y mantenedores.
Argentina presenta un sistema Federal de organización, lo que hace muy burocrático cualquier emprendimiento nacional. Con todo, presentan un buen control y supervisión de sus ascensores, especialmente en sus ciudades más importantes. En este contexto, es fundamental la revisión técnica mensual a cargo de las empresas mantenedoras; sin embargo, carecen de un programa de gobierno destinado a la renovación de ascensores “viejos” del área, o un programa de financiamiento.