Los espejos en los ascensores no están en las cabinas para potenciar la coquetería, ni para jugar a hacer gestos extraños en solitario. Su razón es más técnica y a la vez más interesante.
Los ascensores de antaño no usaban espejos; antes bien, en búsqueda de la elegancia, se recubrían de madera. El resultado podría haberlo conseguido pero entre sumas y restas, la experiencia se tornaba poco práctica; pues las cabinas se volvían oscuras y claustrofóbicas.
Sin embargo, intentando mejorar la experiencia de viaje se incorporaron los espejos como recubrimiento. El resultado fue más que bien recibido. Las cabinas se volvieron de pronto más luminosas y la sensación de encierro disminuyó notoriamente. Sin dejar de mencionar los aspectos de seguridad. Al multiplicarse las vistas de la cabina en todos los ángulos posibles, cada usuario con sólo una mirada discreta podía saber por completo qué sucedía adelante de él, atrás de él y a sus costados.
Este es la interesante nota preparada por la periodista Vero Marinao, del diario chileno «Las Últimas Noticias» o LUN, quien cubrió este tema consultando a nuestro director Miguel Covarrubias, Ingeniero en Prevención de Riesgos, con una carrera de más de 46 años en la industria del Transporte Vertical; además de una serie de profesionales quienes en conjunto aportaron sus puntos de vista desde sus especialidades.
Si desean leer el artículo completo, presione el siguiente botón:
Muchas gracias por la información. Gran aporte de esta web. Reciba un cordial saludo!
Vuestra opinión estimula el trabajo de difusión que estamos realizando.